“(…) Yo creo que, originalmente, el cerebro de una persona es
como un pequeño ático vacío en el que
hay que meter el mobiliario que uno prefiera. Las personas necias amontonan en
ese ático toda la madera que encuentran a mano, y así resulta que no queda
espacio en él para los conocimientos que podrían serles útiles, o, en mejor de
los casos, esos conocimientos se encuentran tan revueltos con otros, que les
resulta difícil dar con ellos. Pues bien: el artesano hábil tiene muchísimo
cuidado con lo que mete en el ático del cerebro. Sólo admite en el mismo las
herramientas que pueden ayudare a realizar su labor, pero de éstas sí que tiene
un gran surtido y lo guarda en el orden más perfecto. Es un error el que puede
ensancharse indefinidamente. Créame, llega un momento en que cada conocimiento
nuevo que se agrega supone el olvido de algo que ya se conocía. Por consiguiente,
es de mayor importancia no dejar que los datos inútiles desplacen a los útiles”
Arthur Conan Doyle.
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