Puedo
ponerme cursi y decir que tus labios me saben igual que los labios que beso en
mis sueños, puedo ponerme triste y decir que me basta con ser tu enemigo, tu todo, tu esclavo, tu
fiebre tu dueño.
Y si quieres también puedo ser tu
estación y tu tren, tu mal y tu bien, tu pan y tu vino, tu pecado, tu Dios tu
asesino, o tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra a la orilla
de la chimenea a esperar que suba la marea.
Puedo
ponerme humilde y decir que no soy el mejor, que me falta algo para atarte a mi
cama, puedo ponerme digno y decir toma mi dirección cuando te hartes de amores baratos, de un rato me llamas y si quieres también puedo ser tu trapecio y
tu red, tu adiós y tu ven, tu manta y tu frío, tu resaca, tu lunes, tu hastío, o
tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra a la orilla de la
chimenea a esperar que suba la marea.
O tal vez
ese viento que te arranca del aburrimiento y te deja abrazada a una duda, en
mitad de la calle y desnuda. O tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la
alfombra a la orilla de la chimenea, a esperar...
Joaquín Sabina-
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